sábado, 14 de mayo de 2011

Capitulo 16 - Yo respiro tu aliento

Era un día lluvioso, de esos que no te apetece salir de casa cuando vuelves de clase, te da igual que haya un terremoto, que se te caiga el techo encima o incluso que todo salga ardiendo a tu alrededor. Puesto que en una tarde como esa, nada ni nadie te separa de tu ordenador. Así se encontraba Diana, en su habitación chateando con sus amigos como otro día cualquiera.
Estaba preguntándole a Mel cómo se encontraba después de todo el ajetreo de los últimos días. Ella le dijo que se encontraba mejor que al fin y al cabo la vida seguía adelante y no podía quedarse atrás. Diana se quedó más tranquila y siguió con lo suyo. A decir verdad estaba un poco aburrida, pero no era un aburrimiento de esos de los que quieres salir, ya que aunque un minuto parezcan horas, resulta placentero dedicar tu tiempo a....no hacer nada.
Pero de repente algo interrumpió su aburrimiento, más bien, alguien lo interrumpió. Era Nando, que la saludó a través del chat. Él ya llevaba un tiempo ahí, y ella lo sabía, pero es de las típicas chicas tímidas y cortadas que no se atreven a decirle un simple ''hola'' al chico que las vuelve locas. No hace falta decir que a Diana se le puso el corazón a mil por hora cuando Nando la saludó, ella contestó enseguida, ya que no quería que pensara que no estaba o que pasaba de contestarle. Empezaron a tener una conversación muy entretenida, se preguntaron sobre todo lo que les pasó por la cabeza, tanto el uno como el otro se morían de ganas de saber cada detalle. La charla continuó un buen rato hasta que Nando decidió que no quería continuar su conversación vía chat e invitó a Diana a tomar un café para despejarse un poco. Ella sin dudar un solo segundo aceptó y se puso como loca a mirar su armario para decidir qué ponerse. No se entretuvo demasiado ya que había quedado en media hora con él y no quería hacerle esperar.
Cuando llegó a la cafetería él ya estaba allí esperándola, la vio y la miró de arriba a abajo con sus preciosos ojos verdes para ver lo guapa que estaba y cuánto lo habían engañado sus recuerdos ya que en su cabeza no la recordaba tan perfecta. Ella se ruborizó ante sus miradas y se  acercó a la mesa  donde estaba sentado. Al principio dudó cómo saludarlo, ya que si por ella hubiera sido, le habría plantado un beso en los morros allí mismo, pero no quería que la gente la mirara, así que sonrió y le besó en la mejilla.
Al sentarse en frente suya, él sonrió con esa sonrisa tan bonita que tenía, Diana se quedó muda. Ya que ella no era capaz de decir una palabra él tomó la iniciativa.
- Bueno chica, ¿Qué es de tu vida?
- Pues nada nuevo, sigo con los estudios como de costumbre, estoy deseando acabar. ¿Y tú?
- Bastante bien, tengo un nuevo curro y la verdad es que está genial aunque me pilla un poco lejos de casa.
- ¿Dónde es?
- ¿Conoces ese parque tan grande que está por aquí cerca?
- Sí.
- Bien pues justo al lado han abierto unas nuevas oficinas de abogados y me han contratado.
- ¡¿Eres abogado?! Joder, tienes que ganar un pastón...
- ¡Teniendo en cuenta que acabo de empezar no gano mucho jajaja!
- ¿Sabes? Esas oficinas están muy cerca de mi casa. Recuerdo que cuando las estaban construyendo no me dejaban dormir por las mañanas jaja.
- ¿Enserio? ¡Vaya! ¿Quién lo iba a decir? Ahora ya tengo un motivo para ir contento a trabajar.
Diana volvió a ruborizarse y se quedó mirándole callada por un momento. Él, aprovechando que tenía las manos encima de la mesa se las cogió y las acarició dulce y lentamente mientras le devolvía la mirada.
Ya no pensaban en nada, el tiempo se había congelado para ellos. A Diana se le pusieron los vellos de punta y sonrió, rompió el silencio añadiendo:
- Parecemos dos idiotas...
- El amor es muy aburrido si no se lleva a cabo por idiotas.
-¿ A esto lo llamas amor? ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedes estar tan seguro sin ni siquiera un beso de por medio?
- A veces son tan sólo una mirada basta.
En ese momento ella volvió a callarse y él le apretó las manos con fuerza y permanecieron así un buen rato, hasta que él miró el reloj y se dio cuenta de lo tarde que era.
- Se nos ha hecho tarde, será mejor que te lleve a casa.
- ¡Puff! ¿Ya? se me ha pasado el tiempo volando...
- No te preocupes ¡Habrá mas días! Jajaja.
- Por suerte sí.
Ambos se levantaron y abandonaron la cafetería para ir a casa de Diana. Como estaban cerca no tardaron mucho en llegar, de camino Nando le enseñó a Diana sus oficinas. Ya en su portal, empezaron a decirse las típicas palabras de despedida.
- Me ha encantado quedar contigo Diana, eres adorable.
- Lo de adorable sobra jajaja, no lo soy. A mí también me ha encantado quedar contigo la verdad, lo he pasado tan bien...
- Bueno, descansa esta noche...
- Y tú también.
Diana abrió la puerta para subir a su casa cuando de repente Nando la agarró del brazo, la giró y la besó inesperadamente. Tras el beso Diana se quedó paralizada sin saber qué decir de la vergüenza. Entonces Nando se acercó y le susurró:
- Si para demostrarte mi amor necesitas que te bese, prepárate...Porque te voy a desgastar los labios.

martes, 26 de abril de 2011

Capitulo 15 - Yo respiro tu aliento

Mel se había llevado toda la mañana deambulando por su ciudad, se aproximaba la hora del almuerzo y volvió a casa como si hubiera hecho su jornada diaria.
Al volver hizo lo de siempre, aparentemente su vida no había cambiado desde un punto de vista exterior, pero en su interior todo era un rompecabezas sin sentido y no se veía capaz de encontrar una salida.
Se encerró en su cuarto al acabar de comer, para sencillamente pensar en lo desgraciada que era su vida en esos momentos, no tenía nada de positivismo ni ganas de encontrarlo. Su teléfono estaba saturado de llamadas de Diana, la cual había decidido dirigirse a su casa porque sabía que algo iba mal.
No tardó mucho en llegar, por supuesto Mel no esperaba su visita, si lo hubiera sabido se las habría ingeniado para no recibirla. Diana entró en su cuarto sin llamar, no dijo hola ni nada, simplemente al abrir la puerta fue corriendo hacia Mel y la abrazó fuerte, ella sólo pudo contestar con un abrazo aún mayor acompañado de un llanto tan agudo que la ahogaba.
- Mel cariño, ya lo sé todo.
- ¿Qué? pero ¿Cómo?
- Ya hace tiempo que sospechaba algo, y Gonzalo me lo ha contado todo esta mañana en clase, me ha preguntado por ti, pero lo único que he podido decirle es que es un capullo integral. ¿Tú cómo estás cielo?
- Hecha mierda, ¿No me ves? No entiendo nada Di, todo iba genial, y de repente...adiós.
- Tal vez sólo iba bien para ti Mel. Para los demás no era así. No sé, como te he dicho antes, yo ya notaba algo raro...
- ¿Algo raro? ¿Qué dices? no me cabe en la cabeza tal barbaridad. Era todo perfecto Diana, ¿Por qué has dicho antes que ya sospechabas algo?
- No sé si debería decírtelo.
- Mírame y piensa si merezco saberlo o no.
Diana le hizo caso y sólo le bastó una mirada para darse cuenta de que era su mejor amiga y que no podía ocultarle nada.
- Sí, lo mereces saber. Verás Mel, hace unas dos semanas salí de mi casa para hacer unas compras. Cuando iba pasando por una esquina vi de lejos a Gonzalo con una chica, al parecerme que eras tú me acerqué un poco más para ir a saludarte. Cuando estaba lo bastante cerca para reconocerte me di cuenta de que esa chica no eras tú. Decidí no ser mal pensada, que podía ser una amiga o familiar, pero al verlos besarse no tuve más remedio que contradecirme. A continuación me fui...porque no quería seguir viendo nada más.
- ¿Qué los viste besarse? ¿Por qué demonios no me dijiste nada?
- Supongo que no te dije nada por miedo, porque no quería ser la responsable de que... Estuvieras hecha mierda...
- ¡Basta! No quiero saber nada más... Me siento la cosa mas estúpida del universo. Me ha engañado y utilizado como a una muñeca rota... ¡Pero qué idiota he sido joder! Y esa chica ¿Quién era?
- No lo sé, no la conozco ni la había visto en mi vida.
- ¿Qué aspecto tenía?
- Alta y delgada, sonreía mucho, tenía el pelo de color castaño e iba vestida con un uniforme de trabajo, puede que esté trabajando por aquí cerca, en alguna tienda o algo.
- Nada... No sé quien puede ser...pero paso, no quiero pensarlo ahora.
Mel se puso a llorar y Diana empezó a consolarla, no sabía qué palabras utilizar ya que conocía demasiado bien a su mejor amiga y sabía que todo consuelo que le dijera ella lo utilizaría en su propia contra.
- De verdad no entiendo cómo Gonzalo ha podido hacerte esto, no te lo mereces...
- Yo ya no quiero pensar en nada, sólo me hace más daño.
Dijo Mel secandose las lágrimas.
- ¿Sabes qué? Pienso averiguar quién es esa chica y pienso llamarla de todo menos bonita.
- ¡Muy bien! ¿Y a Gonzalo qué le harás?
- ¿A él? La inexistencia. La ignorancia es el peor de los asesinatos.
- Bueno como tú lo veas mejor, pero no quiero que sigas así de hundida Mel...
- Dame tiempo Di, esto duele demasiado.
Diana miró a Mel con compasión, no quería verla así pero sabía cómo se sentía puesto que ya había pasado por lo mismo.
De repente la voz de Mel sacó a Diana de su trance.
- Di, tu móvil está sonando.
- ¡Oh! Ni me había enterado, es un mensaje.
Cuando lo miró a Diana se le iluminó la cara con una sonrisa.
- Venga suelta ¿Qué te traes entre manos y con quién?
- ¡Jajaja! Es Nando, dice que echa de menos y que tiene muchas ganas de volver a verme.
- ¡Guau! Con todos mis malos rollos se me olvidó por completo preguntarte como te va con él...
- No te preocupes te entiendo. Pues como ves va bien, no sé es diferente.
Las chicas siguieron hablando de Nando, a Mel le sentaba mejor eso, así se olvidaba de sus problemas por un tiempo y hacía feliz a su mejor amiga.

jueves, 14 de abril de 2011

Capitulo 14 - Yo respiro tu aliento

Al día siguiente Mel no fue a clase, no tenía fuerzas ni ganas, decidió irse a una cafetería a pensar en lo que había pasado, porque seguía sin entender nada. Llegó, se sentó y le pidió un café al camarero. En su estado de nervios totales no le favorecía la cafeína, pero le daba igual todo en ese momento.
Su cabeza seguía saturada de cosas que no comprendía, de imágenes pasadas, de buenos momentos y también de algunos no tan buenos. Pero ninguno le daba la respuesta a la pregunta que tenía...¿Por qué?.
Su móvil vibró, era Diana, seguramente para preguntarle dónde se había metido, ella no contestó porque aún no le había contado nada a nadie para que no empezara a correrse el rumor.
Por un momento Mel despertó de su trance de pensamientos porque le trajeron el café, pero ya no era el camarero de antes, era una chica más o menos de su misma edad y con una gran sonrisa.
- Toma mona, tu café.
Le dijo la chica sonriendo.
- Gracias.
Contestó Mel con tono apagado.
La chica lo notó y no pudo evitar preguntarle, se sentó en su mesa y se quedó mirándola.
- Perdona pero... no estás bien ¿Verdad?
- ¿Tanto se me nota?
Mel no solía estar acostumbrada a que las camareras le preguntaran por su vida privada, pero necesitaba desahogarse y a veces hacerlo con un extraño es la mejor manera ya que no te juzga por no saber cómo eres.
- Bueno se te nota un poco...mucho. Sé que no debería meterme pero, ¿puedo preguntarte qué te pasa?
- Me pasa que la persona que me daba sentido se ha largado, y ahora estoy...perdida.
No sé qué he hecho para cargarme la relación, pero está claro que la culpa es mía.
- Haya sido la culpa de quién haya sido, tienes que dejar de lamentarte, porque no sirve de nada.
- Pero, ¿qué quieres que haga? ¿sabes lo que duele?
No sabes lo que es adaptarse a una persona para que luego te abandone...
- ¿Adaptarse?
- Sí, porque te adaptas. Te amoldas a él, a sus gustos, a sus miedos, a sus alergias, a lo que odia. Te aprendes hasta la última de sus manías y te da la sensación de que eres la persona que mejor lo conoce en este mundo y que nadie puede compararse contigo.
Es más, te da una sensación de bienestar inigualable. Todo es perfecto ya que sabes lo que quiere y cuando lo quiere. Llega tal momento en que, con tan sólo un gesto sabes qué le ronda por la cabeza.
Hasta que un día le descubres otro gesto...y es el de ''no quiero que sepas nada más de mí'', de ''no te necesito pero intento ocultartelo''...pero por desgracia ese gesto es el que más notas. Y al darte cuenta todo cambia, porque haces todo lo posible para arreglarlo y lo único que consigues es empeorarlo más. Todo va al reves y tienes la sensación de que tú eres la única que ha seguido caminando en la misma dirección.
A partir de ahí todo va mal, él te ignora cada día un poco más, y tú lo único que sientes es...impotencia y rabia. Y aunque no hayas tenido la culpa de nada, te sientes la mierda más grande del mundo porque no te cabe en la cabeza que no le hayas podido poner remedio a algo que tanto te importaba....
- Vaya chica...qué profundo. Sin duda alguna, si tuviera que dar una definición de amor diría todo lo que me has soltado ahora mismo.
- Sólo son palabras, y las palabras se las lleva el viento. Bueno se me hace tarde, no quiero echar toda la mañana aquí echa una mierda. Gracias por escuchar mi eterno discurso
- No las des, se ve que lo necesitabas, y complacer al cliente es mi trabajo. Espero que se arregle todo muy pronto.
Mel le dedicó una pequeña sonrisa a la camarera, no conocía su nombre ni sabía nada de ella, había vivido una situación extraña pero necesaria para desahogarse.
Cuando se despidió de ella salió por la puerta camino de algún lugar dónde poder estar a solas con su melancolía.

lunes, 11 de abril de 2011

A veces las notas son más importantes que los textos principales....

Primero pedir perdón por el abandono del blog, por no cumplir no sólo con vosotros sino conmigo misma, porque me he abandonado durante estos 3 meses, ya que para mí escribir aquí no consiste sólo en inventarme una historia...reflejo o al menos intento reflejar mis pensamientos y mi modo de ver las cosas. Contar mis miedos o los pequeños detalles que me hacen ser feliz, esas cosas que sólo yo veo y que me gustaria que todos los demás también viesen para sentirme un poco menos rara o para verme un poco más integrada en una sociedad que no entiendo.
Aún con ello insisto, perdón, porque sé que jode muchísimo dejar algo que te gusta a la mitad, pero no he estado bien y necesitaba despejarme un poco para volver a pensar en mí, y en mi especial filosofía. Porque ultimamente eso es lo que ha pasado que no he pensado en mi, que les he regalado mi mente y mi tiempo a los demás y me he despistado un poco.
Así que lo dicho, vuelvo a escribir como estais viendo, aquí os dejo el capítulo 13 y pronto subiré el 14.
Espero que os siga gustando tanto como antes;)
thanks for being here, with me.

Capitulo 13- Yo respiro tu aliento

Habían pasado unas semanas, el plan no cambiaba, Gonzalo seguía distante y raro, Mel ya no sabía qué hacer ni qué decirle, se sentía impotente ante la realidad de la situación y no se atrevía a preguntarle nada por miedo a la respuesta.
Había dejado de esperarla por las mañanas en la puerta del instituto, ya no le daba besos cuando se la encontraba por los pasillos. Ni siquiera iban a la casita de campo que a Mel tanto le gustaba.
Una tarde de las ya tan monótonas para ella, Gonzalo la dejó en su casa al acabar las clases, se dieron un beso antes de que ella saliera del coche, pero ya no era como antes... Sus besos eran vacíos, comprometidos y sabían a lástima. Mel subió a su casa, estaba mal, fatal, pero ya había llorado tanto que no le quedaban lágrimas.
Sus padres la notaban extraña, no sabían nada del asunto, claro, ya que ella pensaba que bastante tenían con sus propios problemas como para cargar también con los suyos. Pasaron las horas y Mel se encargó de hacer su vida como el resto de los días, la única diferencia es que era incapaz de dejar de pensar en él.
A las nueve de la noche recibió un mensaje, era de Gonzalo, la verdad le sorprendió porque había dejado de mandarle mensajes para decirle cuánto la quería. En un principio pensó que a lo mejor en ese mensaje iba a pedirle perdón por todo y a decirle que todo iba a ir a mejor.
Cuando lo abrió no supo qué pensar, en él decía que se fuera al parque dónde solían ir siempre, que tenían que hablar. A Mel le empezaron a temblar las piernas y su corazón iba a mil por hora, algo iba a pasar, aunque no sabía si bueno o malo. Salió de su casa corriendo sin decir nada, y fue hacia allí lo más rápido que pudo.
Cuando llegó, Gonzalo ya estaba allí, sentado y cabizbajo con la mirada perdida. En el momento que lo vio, le dio la sensación de que todo el oxigeno del mundo no era suficiente para su respiración.
Mel lo saludó tartamudeando con un simple ''hola'' y él se puso de pie.
- Mel... Lo siento.
- ¿Qué pasa?
- No puedo seguir con esto, no quiero que acabes jodida por mi puta culpa, no te lo mereces.
- ¿Qué me estás diciendo Gonzalo?
- Que es mejor dejarlo.
- ...¿Qué? ¿por qué?
- Ya te lo he dicho, es mejor para ti.
- ¿Mejor para mí? Si quisieras lo mejor para mi no me hubieras tratado como lo has hecho estas últimas semanas.
Ni hubieras estado tan distante, no sabes lo mal que lo he pasado, todo lo que he sufrido, y todo por ti.
- Ya lo sé, por eso no quiero seguir, te dije que la iba a cagar.
- Pero... ¿Es qué acaso no eres feliz conmigo?
Gonzalo permaneció en silencio antes de responder, pensaba que a su lado era el más feliz del mundo ya que ella era perfecta, pero no podía decirle eso porque la dejaría peor. Así que le respondió:
- No, no soy feliz por eso quiero dejarlo.
Después de eso Gonzalo se fue, pasando a su lado como si no hubiera nadie, y desapareció.
Mel se quedó en shock, no sabía qué pensar, su mente se saturó porque nada le encajaba, se quedó allí, de pie y quieta, intentando asimilar que lo que más había querido, la acababa de destrozar.

lunes, 7 de febrero de 2011

Capítulo 12 - Yo respiro tu aliento.

Era una mañana de Martes cualquiera, un bonito día, Mel salía de su casa temprano para ir al instituto. Como casi todos los días estaba deseando llegar para ver como Gonzalo le esperaba en la puerta impaciente, él odiaba esperarla y ella amaba hacerle esperar de una forma radical, le daba poder y sensación de liderazgo.
Pero cuando llegó a la puerta algo fallaba, su querido novio no estaba allí..esperó ya enfadada por el hecho de que la cosa hubiera cambiado, pero no llegó, así que pensó que ya iba siendo hora de entrar en el instituto porque parecía una tonta esperando. A Mel se le pasó por la cabeza que Gonzalo había decidido saltarse la clase, no era la primera vez que lo hacía, por supuesto, pero no fue así esta vez.
Cuando iba distraída por el pasillo lo vio, de repente, dejado caer sobre una pared, tan tranquilo como si no se le hubiera olvidado que tenía que esperarla en la puerta como cada día.
Pero eso no era lo peor para Mel, no estaba solo, había alguien con él, una chica un año menor que ella, a simple vista no parecía gran cosa...era un poco más baja que ella, de pelo castaño y ojos a juego con su pelo. Pero para ella era lo suficiente como para sentirse amenazada..De repente, a Mel le vinieron dudas que nunca antes había tenido, dudas del tipo ''¿quien era ella?'', ''¿de dónde había salido?'' o ''¿qué hacía hablando con su chico?''. Las dudas la inquietaban y no hacía más que mirar para ver que decían o hacían o por qué motivo se reían. Cuando ya no pudo aguantar más los celos, fue hacia ellos y se plantó delante de Gonzalo, le besó y dijo ''buenos días cariño'' haciéndole totalmente el vacío a la chica que lo acompañaba. A la pobre chica no le quedó más remedio que marcharse porque le quedó bastante claro que estorbaba.
Normalmente después de un beso de Mel, Gonzalo sonreía y le devolvía otro con amor, esa mañana fue diferente, él puso mala cara y le dijo:
- ¿Qué coño haces? ¡estaba hablando!
- ¿Que yo qué hago? di más bien qué haces tú. ¿Ya se te ha olvidado que tienes que esperarme en la puerta?
- Mel no soy tu puto perro, sabes que odio esperarte y cada día tardas más en llegar.
- Ya, bueno, y ¿Esa quién era?
- Una amiga.
- Si ya, una amiga, ¿Desde cuándo tienes crías por amigas?
- Déjame en paz anda. ¡Ah! y madura que es gratis.
En ese momento Gonzalo se fue y la dejó con la palabra en la boca, ella se había quedado helada con lo último que él añadió, estaba claro que no sabía lo que le pasaba. Mientras se comía la cabeza no se dio cuenta de que el timbre había sonado hace unos minutos y de que ya iba tarde a clase, así que corrió hasta llegar a su aula y entró rápidamente mientras llegaba el profesor. Como siempre, se sentó al lado de Diana y ésta ya notó que le pasaba algo nada más verle la cara.
- ¿Me lo cuentas ahora o en cinco segundos?
- Gonzalo.
- Suponía que tenía que ver con él, ¿qué ha pasado?
- No me ha esperado como siempre.
- Lo veo lógico, algún día se cansaría...
- No es sólo eso. Cuando he entrado me lo he visto hablando con una enana en el pasillo, te juro que me ha entrado de todo..me he puesto super...no sé.
- ¿Celosa?
- ¡SÍ!
- Sé lo que es, sentía lo mismo cuando veía a Edu con su zorra.
- Pero es diferente Di, algo le pasa...me ha hablado super mal. Nunca antes me había contestado de esa manera ni tampoco había tonteado con niñatas.
- No te montes paranoias, a lo mejor tiene un mal día.
- Puede ser, pero no soporto que se le acerquen niñas tontas sin cerebro, saben que está conmigo, pues que lo respeten.
- Tranquilízate ya anda..
- Vale sí, mejor nos callamos y prestamos atención que luego no me entero de nada.
Su boca había decidido callarse, pero su cabeza aún seguía dándole vueltas al tema. Sentía una angustia dentro, una sensación extraña que la desconcertaba, sentía como si le fuesen a arrebatar algo que le pertenecía, algo que le había pertenecido desde siempre y que le había otorgado para toda la vida. Pero como siempre, también había una parte de su cabeza que pensaba que en todo pensamiento y cálculo...hay errores.

jueves, 27 de enero de 2011

Capitulo 11 - Yo respiro tu aliento

La cosa había salido mal, muy mal. Diana llevaba 3 días metida en su casa sin querer salir, ni siquiera quería contestarle las llamadas a Mel. Su madre harta de ver la situación en la que se encontraba la obligó a salir de casa, le daba igual dónde fuera, sólo quería que se despejara un poco. Ella a malas aceptó lo que su madre le pidió y fue a dar una vuelta por la calle. Como de costumbre, fue al parque cercano de su casa y se sentó en un banco a mirar como pasaba el tiempo, en realidad estaba haciendo lo mismo que en su habitación, o sea, nada. No quería pensar en lo que había ocurrido ni darse cuenta de la situación tan ridícula en la que se encontraba. Edu había jugado con ella como le había dado la gana y en el transcurso de esos tres días él había intentado arreglar la situación de todas las maneras posibles pero Diana se negó totalmente a aceptar cualquier petición de disculpa. De pronto sonó el telefono, no le hizo falta mirarlo para saber que era Edu, esta vez contestó pero sólo para decir:
- Hola, vete a la mierda, adiós.
Y colgó. Pero él no pensaba darse por vencido y volvió a llamar un número seguido de veces ya que ella pasaba de contestarle. Harta ya de que sonara se lo cogió y, como no, le contestó de una forma brusca y mal hablada.
- ¿Qué coño quieres?
- Pedirte perdón joder.
- ¿Pedirme perdón? Lo que hiciste no tiene perdón ninguno, eres un cerdo y un cabrón con todas las letras. No sé cómo he podido ser tan tonta.
- Diana sabes que te quiero a ti, sólo necesito tiempo...
- ¿Tiempo para qué? Para irte con esa en cuanto me doy la vuelta, mira Edu olvídate de mi para siempre, no quiero volver a verte en mi vida.
Diana colgó el teléfono y se puso a llorar, pero cansada de la situación de siempre se secó las lágrimas y se fue del parque para ir a otro sitio a relajarse.
Entró en un bar en el que no había estado nunca, lo conocía de vista, de pasar por allí unas cuantas veces, pero jamás había entrado. Se pidió un café y se sentó en una mesa retirada de la gente, no quería que nadie la reconociese o la viese llorando.
Mientras pasaba el tiempo se le iba acabando el café y los pañuelos que tenía perdidos por el bolso. De pronto, se acercó alguien a ella y se sentó en su mesa, alguien desconocido. Era un chico, moreno de ojos verdes y no muy alto, a primera vista le parecio un chico muy mono. Diana no lo había visto en la vida ni sabía por qué se había sentado allí con ella, él simplemente sonrió y la saludó.
- Hola.
- Emm esto..hola.
- ¿Qué tal estás?
- No muy bien..a todo esto, ¿tú quien eres?
- Es cierto jajajaja soy un maleducado perdón, me llamo Nando. Estaba allí en aquella mesa con unos amigos y te he visto y no he podido evitar fijarme en que no estabas del todo bien, y me preguntaba por qué una chica tan guapa tenía una carita tan fea puesta.
A Diana todo aquello le parecía muy extraño, si se hubiera imaginado la situación de inmediato habría pensado que el chico era un poco descortés o que esas cosas sólo ocurrían en las películas. Pero en cambio en aquel momento le gustó que alguien se preocupara por ella de esa forma, así que le siguió la conversación sin importarle apenas lo desconocido que era.
- Pues esta cara es debido a que mi vida es un poco mierda.
- Vamos, no digas eso, seguro que sólo estás teniendo una mala racha.
- Si es eso te diré que la mala racha me está durando bastante y me asquea por completo.
- ¿Tú crees? entonces al conocerme a mí se te ha acabado la mala racha, jajajaja.
Diana por primera vez en varios días sonrió.
- ¿Me lo puedes prometer? no acabo de creérmelo del todo.
- Te lo puedo jurar si quieres, ¡jajaja!
Estuvieron hablando el resto de la tarde, conociéndose, hablando de sus gustos y aficiones, manías, destrezas y de lo que solían hacer cuando se aburrían demasiado.
Diana no quería marcharse, se le pasaba el tiempo volando y no se estaba dando cuenta de que se le estaba haciendo tarde. Pero no era la única ya que Nando estaba igual, no quería irse, hasta sus amigos habían decidido marcharse y lo dejaron a él hablando con ella.
De repente el móvil de Diana interrumpió la charla, era su madre, que la estaba llamando para que volviera a casa. Ella quería que saliera un poco, pero tampoco pensaba que se fuese a llevar toda la tarde fuera.
Diana no le contestó, prefirió mandarle un mensaje diciéndole que ya iba para casa.
- Lo siento Nando, me tengo que ir, se me ha hecho super tarde.
- Es verdad, que egoísta soy acaparándote aquí para que hables conmigo.
- Que va, todo lo contrario, me hacía muchísima falta despejarme un poco y gracias a ti hoy lo he conseguido.
- Entonces me alegro de haber venido a saludarte, jajaja. Oye ¿quieres que te acompañe a casa?
- No te molestes, vivo cerca y en nada llego.
- Ok, ¡pero ten cuidado eh! jaja. ¡Ah! y si no te importa, me encantaría tener tu número de teléfono para llamarte algún día y volver a quedar.
- Por supuesto, lo haré encantada.
Se dieron los números y Diana salió pitando hacia su casa, hacía frío y estaba cansada, tan sólo quería llegar para descansar y pensar en lo que le había ocurrido aquel día. No sabía por qué, pero Nando le había llamado la atención de una manera increible.